Sinopsis
Año 65 d. C.
Dos muchachos deciden alistarse en una nueva unidad del ejército imperial compuesta exclusivamente por cántabros: la Cohors II Cantabrorum. Jamás han salido de su aldea y tienen un sueño: aprender de Roma para derrotarla. Pero, al contrario de lo que creen, Roma no se encuentra a un par de semanas de camino, ni es una aldea algo más grande que la suya. El imperio que gobierna Nerón es inmenso, mucho más de lo que hubieran podido soñar los jóvenes reclutas, que no saben que, al alistarse, entregan veinticinco años de su vida al emperador.
La Cohors II Cantabrorum será destinada a la otra esquina del Imperio, a la levantisca procuraduría de Judea, donde la presión fiscal, los abusos de la administración romana y las aspiraciones mesiánicas de los judíos amenazan con desestabilizar la zona. Los jóvenes cántabros se verán envueltos en una auténtica revolución, en una tierra que no comprenden y en la que tendrán que ejercer de brazo ejecutor de un imperio al que detestan y enfrentarse a un pueblo que lucha por su independencia tal y como lo hicieron sus abuelos.
La revuelta judía constituirá un terremoto histórico de primera magnitud del que aún, a día de hoy, se sienten las réplicas. La guerra, sangrienta y apocalíptica, contribuirá al final de la dinastía Julio-Claudia y al nacimiento de la dinastía Flavia. Más aún, de las cenizas del Templo de Jerusalén nacerán dos religiones hasta entonces embrionarias: el judaísmo rabínico y el cristianismo.
Dos muchachos deciden alistarse en una nueva unidad del ejército imperial compuesta exclusivamente por cántabros: la Cohors II Cantabrorum. Jamás han salido de su aldea y tienen un sueño: aprender de Roma para derrotarla. Pero, al contrario de lo que creen, Roma no se encuentra a un par de semanas de camino, ni es una aldea algo más grande que la suya. El imperio que gobierna Nerón es inmenso, mucho más de lo que hubieran podido soñar los jóvenes reclutas, que no saben que, al alistarse, entregan veinticinco años de su vida al emperador.
La Cohors II Cantabrorum será destinada a la otra esquina del Imperio, a la levantisca procuraduría de Judea, donde la presión fiscal, los abusos de la administración romana y las aspiraciones mesiánicas de los judíos amenazan con desestabilizar la zona. Los jóvenes cántabros se verán envueltos en una auténtica revolución, en una tierra que no comprenden y en la que tendrán que ejercer de brazo ejecutor de un imperio al que detestan y enfrentarse a un pueblo que lucha por su independencia tal y como lo hicieron sus abuelos.
La revuelta judía constituirá un terremoto histórico de primera magnitud del que aún, a día de hoy, se sienten las réplicas. La guerra, sangrienta y apocalíptica, contribuirá al final de la dinastía Julio-Claudia y al nacimiento de la dinastía Flavia. Más aún, de las cenizas del Templo de Jerusalén nacerán dos religiones hasta entonces embrionarias: el judaísmo rabínico y el cristianismo.
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Unir Cantabria y Jerusalén en un texto histórico puede parecer a priori un ejercicio de ficción, pero cuando el lector se adentra en la novela descubre que no sólo es posible sino que fue real. Cántabros con sed de venganza contra Roma o meros aventureros en busca de un mundo desconocido más allá de las montañas formaron parte de un éxodo en el Siglo I d.C. que participó en la invasión de Judea a las órdenes de las legiones romanas para someter a los judíos al Imperio Romano y a su emperador.
Arán y Noreno vivirán ese sueño, alejarse de su aldea, combatir con los romanos para aprender de ellos y vengar la memoria de sus antepasados. Cantabria y sus gentes son recordadas en diversas ocasiones, una identidad que los jóvenes que se han alistado nunca perderán y de la que incluso dejarán constancia para la Historia a través de los escritos que han llegado hasta nuestros días.
La escasa documentación donde encontrar narraciones de la Cohors II Cantabrorum a su paso por Jerusalén ha sido el mejor pretexto para que el autor se animase a recrear este hecho. Una historia que nos habla de la épica del pueblo judío que tuvo que luchar contra las legiones romanas y contra sus propios hermanos en una guerra civil con distintas facciones religiosas dentro del judaísmo.
Los asedios a Jotapata y Jerusalén, donde los judíos demostraron ser unos excelentes estrategas, son posiblemente los mejores momentos de la obra al describirnos los ataques romanos y cómo estos chocaban con las defensas judías una y otra vez. Dentro de la descripción de estas batallas el lector se encuentra con el verdadero valor de la amistad que surge en ambos bandos, narrando historias donde la fe religiosa tiene diversas interpretaciones; mientras unos se aferran a sus respectivos dioses otros dudan y ponen sobre la mesa otro argumento no menos importante.
La religión es tratada por el autor para definir el momento convulso que se vivía en el primer siglo después de Cristo con diferentes facciones dentro de cada movimiento que a su vez pugnaban por ser la elegida por su pueblo. Una exposición donde nos explica acertadamente el fenómeno de los revolucionarios zelotes y como estos se erigieron en los peores rivales para las legiones romanas.
Nerón y Vespasiano son los emperadores romanos que tienen mayor protagonismo en la novela estableciendo las diferencias entre el carácter soñador de uno y la carrera militar del otro, siendo ésta la parte más histórica de la novela y la que nos sirve para comprender el mapa que se estaba dibujando en esa época con la rivalidad existente en Roma por el poder; algo que no nos pilla de sorpresa al ser una característica de su historia.
El prefecto Valerio es el encargado de la legión de auxiliares formada por los jóvenes cántabros, al que siempre acompaña Teómaco, un médico un tanto especial y descreído que pone la nota de humor ante tanto desastre. Por estos dos personajes conoceremos el lado romano, su forma de pensar y las viejas cuentas que muchos como ellos tienen con Roma.
La trama no estaría completa sin adentrarnos en la perspectiva judía, para lo que conviviremos con Ruth y Emmanuel, dos hermanos que sufrirán el continuo ataque romano y el futuro que tienen impuesto por su condición religiosa. El romance de Ruth con el cántabro Aran une a dos pueblos sometidos por Roma y por boca de ellos conoceremos costumbres y atractivas leyendas cántabras.
Sé que me dejo muchas cosas por exponer y comentar pues la novela tiene muchas subtramas que convergen en la principal y diversos puntos de interés con los que disfrutar de esta gran aventura épica, principalmente la de los judíos que resistieron con su revolución y la de los cántabros que tuvieron que adaptar su odio hacia Roma para dejar patente la condición de valerosos y fieros guerreros que habían demostrado sus antepasados.
Una novela que se lee con interés y se disfruta por su planteamiento, con la que vivir emociones y aprender gracias al empeño del autor por hacernos llegar una visión histórica de la participación cántabra en Jerusalén.
Arán y Noreno vivirán ese sueño, alejarse de su aldea, combatir con los romanos para aprender de ellos y vengar la memoria de sus antepasados. Cantabria y sus gentes son recordadas en diversas ocasiones, una identidad que los jóvenes que se han alistado nunca perderán y de la que incluso dejarán constancia para la Historia a través de los escritos que han llegado hasta nuestros días.
La escasa documentación donde encontrar narraciones de la Cohors II Cantabrorum a su paso por Jerusalén ha sido el mejor pretexto para que el autor se animase a recrear este hecho. Una historia que nos habla de la épica del pueblo judío que tuvo que luchar contra las legiones romanas y contra sus propios hermanos en una guerra civil con distintas facciones religiosas dentro del judaísmo.
Los asedios a Jotapata y Jerusalén, donde los judíos demostraron ser unos excelentes estrategas, son posiblemente los mejores momentos de la obra al describirnos los ataques romanos y cómo estos chocaban con las defensas judías una y otra vez. Dentro de la descripción de estas batallas el lector se encuentra con el verdadero valor de la amistad que surge en ambos bandos, narrando historias donde la fe religiosa tiene diversas interpretaciones; mientras unos se aferran a sus respectivos dioses otros dudan y ponen sobre la mesa otro argumento no menos importante.
La religión es tratada por el autor para definir el momento convulso que se vivía en el primer siglo después de Cristo con diferentes facciones dentro de cada movimiento que a su vez pugnaban por ser la elegida por su pueblo. Una exposición donde nos explica acertadamente el fenómeno de los revolucionarios zelotes y como estos se erigieron en los peores rivales para las legiones romanas.
Nerón y Vespasiano son los emperadores romanos que tienen mayor protagonismo en la novela estableciendo las diferencias entre el carácter soñador de uno y la carrera militar del otro, siendo ésta la parte más histórica de la novela y la que nos sirve para comprender el mapa que se estaba dibujando en esa época con la rivalidad existente en Roma por el poder; algo que no nos pilla de sorpresa al ser una característica de su historia.
El prefecto Valerio es el encargado de la legión de auxiliares formada por los jóvenes cántabros, al que siempre acompaña Teómaco, un médico un tanto especial y descreído que pone la nota de humor ante tanto desastre. Por estos dos personajes conoceremos el lado romano, su forma de pensar y las viejas cuentas que muchos como ellos tienen con Roma.
La trama no estaría completa sin adentrarnos en la perspectiva judía, para lo que conviviremos con Ruth y Emmanuel, dos hermanos que sufrirán el continuo ataque romano y el futuro que tienen impuesto por su condición religiosa. El romance de Ruth con el cántabro Aran une a dos pueblos sometidos por Roma y por boca de ellos conoceremos costumbres y atractivas leyendas cántabras.
Sé que me dejo muchas cosas por exponer y comentar pues la novela tiene muchas subtramas que convergen en la principal y diversos puntos de interés con los que disfrutar de esta gran aventura épica, principalmente la de los judíos que resistieron con su revolución y la de los cántabros que tuvieron que adaptar su odio hacia Roma para dejar patente la condición de valerosos y fieros guerreros que habían demostrado sus antepasados.
Una novela que se lee con interés y se disfruta por su planteamiento, con la que vivir emociones y aprender gracias al empeño del autor por hacernos llegar una visión histórica de la participación cántabra en Jerusalén.
Interesante este libro. Otro que no me sonaba así que me lo apunto.
ResponderEliminarBesotes!!!