Sinopsis
192 d.C. Varios hombres luchan por un imperio, pero Julia, hija de reyes, madre de césares y esposa de emperador, piensa en algo más ambicioso: una dinastía. Roma está bajo el control de Cómodo, un emperador loco. El Senado se conjura para terminar con el tirano y los gobernadores militares más poderosos podrían dar un golpe de Estado: Albino en Britania, Severo en el Danubio o Nigro en Siria. Cómodo retiene a sus esposas para evitar su rebelión y Julia, la mujer de Severo, se convierte así en rehén.
De pronto, Roma arde. Un incendio asola la ciudad. ¿Es un desastre o una oportunidad? Cinco hombres se disponen a luchar a muerte por el poder. Creen que la partida está a punto de empezar. Pero para Julia la partida ya ha empezado. Sabe que solo una mujer puede forjar una dinastía.
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Que la historia está escrita por los hombres es un hecho que hemos podido comprobar en muchas ocasiones, tanto por la escasez de relatos de mujeres como por el papel y los perfiles que de ellas nos han dibujado. Aunque sería más preciso decir, desdibujado, dado el empeño que los escritores de siglos pasados pusieron para que no quedara constancia de sus logros.
Menos mal que quedan autores como Santiago Posteguillo que rescatan, no solo al personaje sino el protagonismo que desempeñaron en la historia. Es el caso de Julia Domna, esposa de Septimio Severo, quien tuvo el sueño de cambiar el rumbo que estaba tomando el imperio romano en el Siglo II, enfrentándose no solo a sus enemigos sino a la ambición de otras mujeres; como Salinátrix, esposa del gobernador de Britania, Claudio Albino, con quien veremos competir en la distancia por convertirse en la emperatriz que iniciase una nueva dinastía.
Desde el principio he percibido el Imperio romano como una gran partida, donde el tablero de juego es el extenso mapa que se adjunta y las fichas los diferentes emperadores, unos elegidos por el Senado y otros autoimpuestos, además de los diversos gobernadores dispuestos a cambiar las cartas. También porque ha supuesto una manera de situar a las treinta y tres legiones, saber de su importancia y el poder que alguna de ellas otorgaba a quien las comandaba.
Galeno, el médico de la familia imperial, es el encargado de realizar el relato cronológico de los hechos históricos y por el que se van sucediendo los enemigos de Julia; principal escollo para conseguir hacerse con el poder del imperio romano. La complicidad con su marido, su inteligencia o su carácter decidido son algunos aspectos que iremos descubriendo en la lectura; características con las que también se encontraron quienes intentaron hacer caer a Septimio Severo.
Dentro del periodo que abarca esta primera entrega son frecuentes las traiciones, conspiraciones y asesinatos; unos ingredientes a los que ya estamos acostumbrados y que forman parte de la trama histórica por la que desfilan hasta cinco emperadores. No por eso deja de sorprender, ni mucho menos se convierte en una lectura repetitiva, porque el protagonismo de Julia es motivo suficiente para quedar atrapados entre guerras civiles, golpes de Estado y batallas.
Una novela histórica en la que la estrategia no es solo un arma en el campo de batalla sino que se comporta como el elemento necesario para que el plan de Julia Domna siga su curso y no se vea interrumpido por los nuevos peligros a los que tendrá que enfrentarse en el desenlace de esta saga: "Y Julia retó a los dioses".
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