Sinopsis
Fue el día D + 1. El mundo miraba a las playas de Caen y Cherburgo cuando el pequeño Miguel desembarcaba discretamente en un barrio popular granadino. El 7 de junio de 1944 empezó la historia que aquí nos cuenta su protagonista, revelándose como el más cordial de los radicales, el más expresivo de los discretos y tal vez el mejor prosista entre los rockeros.
Miguel Ríos pisa fuerte en el arranque de este concierto literario, con una cita de Antonio Gamero: «No les cuentes tus penas a tus amigos, que los divierta su puta madre». Pero no hay que alarmarse: nos divierte, y mucho, porque evoca con extraordinaria frescura los tiempos en que bailar el twist era cosa de endemoniados y hacer el amor en Granada no era un pecado, sino un milagro; y los años asombrosos que siguieron, en los que todo cambió. El relato empieza en México, en 2011, en la noche sobrenatural del último concierto. Miguel vuelve la vista atrás y repasa una vida llena de éxitos y tropiezos, amores y desencantos. Quien lea estas maravillosas páginas se encontrará con mil celebridades y un sinfín de personas que no son famosas, pero sí decisivas para un músico comprometido, enamoradizo, torrencial y a la vez sereno. Como diría su amigo Ángel González, donde pone su voz se pone entero. Estas memorias son buena prueba de ello.
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A quién le tenga miedo a las memorias y biografías tengo que decirle que éste es un libro de aventuras, de años de ir apuntando cada cosa que le ocurre en la vida, libretas llenas de recuerdos donde reflejar sus experiencias, sus miedos, sus triunfos y todo tipo de gamberradas que a un chaval de Granada le sucedieron durante su carrera mientras esperaba con ansiedad convertirse en estrella del rock. Y lo que es más complicado, contarla de forma divertida, sin aburrir con datos innecesarios, llamando a las cosas por su nombre y mentando a la madre de alguno cuando se lo merece.
Miguel Ríos analiza en profundidad la dedicación que mantuvo desde que salió de Granada en busca de fortuna, sus primeros pasos en Madrid y aquellos años musicales de la posguerra donde aún no habían aterrizado nada más que un grupo contado de extranjeros y la radio repetía sin cesar los temas que pasaban la censura, los seriales eran el entretenimiento familiar preferido de los españoles y en las escuelas se repartía leche en polvo.
La historia de sus cincuenta años en la música está muy vinculada al periodo de la dictadura, donde tuvo que sufrir la prisión por cosas que ahora dan risa al aplicársele la Ley de Vagos y Maleantes; la transición, en la que tuvo un papel destacado como imán de votos de izquierda; y la democracia hasta nuestros días, donde la decepción con los políticos, algunos de ellos amigos suyos, le hacen no morderse la lengua y dejarles retratados por medio de sus palabras y sus acciones.
Además, nada mejor que las memorias de un cantante de rock para conocer de primera mano todo lo que se cocía en Madrid y en el resto de la península, el ambiente social con la juventud como protagonista y las claves de una época para afrontar el nuevo siglo que todavía tenía que esperar cuatro décadas para ver sueños que se hicieran realidad. Aunque su tema "Año 2000" quiso ser profético, se quedaron muchas cosas por hacer.
Pero Miguel no falló en otras ideas que le hicieron ser pionero en su campo, sus actuaciones en directo siempre estuvieron unidas a experimentos por los que algunos le tacharon de loco, los mismos que después copiaron y se subieron al carro de la modernidad. Su trayectoria musical, personal y empresarial es un thriller en términos literarios, un no parar en todos los aspectos; y bajo mi punto de vista, una carrera fraguada desde la humildad, el compañerismo y el compromiso con lo que él ha creído justo.
Sus recuerdos han sido para mí una fuente inagotable de información, me han hecho recuperar instantáneas de mi juventud que andaban escondidas, como también lo ha sido escuchar la banda sonora que me ha acompañado durante años; y en esto, el que más y el que menos, tendrá alguna escena asociada al rock, al twist o a las baladas pop de Miguel Ríos.
En mi memoria: "La noche roja" que reunió a un buen número de grupos de rock de toda la península; el fantástico directo del "Rock & Ríos" que pinché hasta desgastar, fundir fusibles y reventar altavoces; "El rock de una noche de verano", concierto al que asistí la noche antes de mi examen de selectividad; el "Concierto anti-OTAN" en la Universidad Complutense de Madrid; o su aportación en televisión con espacios musicales entre los que destaca "¡Qué noche la de aquel año!", donde disfruté conociendo a un buen puñado de artistas que nos hablaban de su vida.
Esta recopilación de recuerdos contiene en sus capítulos muchas batallitas narradas por su protagonista, momentos donde sale su chispa más graciosa y nos deleita con sus torpes experiencias con la marihuana y otros tipos de drogas, su pasión por el equipo blanco e ilustres jugadores con los que jugaba pachangas en la antigua esquina del Bernabéu, o las conquistas más disparatadas a lo largo de su juventud.
Una lectura muy cercana, divertida y con un alto componente histórico, una cuidada edición que incluye fotografías destacadas desde su niñez hasta su retiro de los escenarios y un recorrido discográfico lleno de anécdotas que todo buen amante de la música agradece. Su pasión por la literatura, entre los que destaca a sus amigos Almudena Grandes, Manuel Vázquez Montalbán y José Saramago, es otro aliciente para dejarse perder por estas páginas, por estas cosas que siempre quiso contarnos.
"En esa última ciudad nos hospedamos en un hotel de Bourbon Street".
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Miguel Ríos analiza en profundidad la dedicación que mantuvo desde que salió de Granada en busca de fortuna, sus primeros pasos en Madrid y aquellos años musicales de la posguerra donde aún no habían aterrizado nada más que un grupo contado de extranjeros y la radio repetía sin cesar los temas que pasaban la censura, los seriales eran el entretenimiento familiar preferido de los españoles y en las escuelas se repartía leche en polvo.
La historia de sus cincuenta años en la música está muy vinculada al periodo de la dictadura, donde tuvo que sufrir la prisión por cosas que ahora dan risa al aplicársele la Ley de Vagos y Maleantes; la transición, en la que tuvo un papel destacado como imán de votos de izquierda; y la democracia hasta nuestros días, donde la decepción con los políticos, algunos de ellos amigos suyos, le hacen no morderse la lengua y dejarles retratados por medio de sus palabras y sus acciones.
Además, nada mejor que las memorias de un cantante de rock para conocer de primera mano todo lo que se cocía en Madrid y en el resto de la península, el ambiente social con la juventud como protagonista y las claves de una época para afrontar el nuevo siglo que todavía tenía que esperar cuatro décadas para ver sueños que se hicieran realidad. Aunque su tema "Año 2000" quiso ser profético, se quedaron muchas cosas por hacer.
Pero Miguel no falló en otras ideas que le hicieron ser pionero en su campo, sus actuaciones en directo siempre estuvieron unidas a experimentos por los que algunos le tacharon de loco, los mismos que después copiaron y se subieron al carro de la modernidad. Su trayectoria musical, personal y empresarial es un thriller en términos literarios, un no parar en todos los aspectos; y bajo mi punto de vista, una carrera fraguada desde la humildad, el compañerismo y el compromiso con lo que él ha creído justo.
Sus recuerdos han sido para mí una fuente inagotable de información, me han hecho recuperar instantáneas de mi juventud que andaban escondidas, como también lo ha sido escuchar la banda sonora que me ha acompañado durante años; y en esto, el que más y el que menos, tendrá alguna escena asociada al rock, al twist o a las baladas pop de Miguel Ríos.
En mi memoria: "La noche roja" que reunió a un buen número de grupos de rock de toda la península; el fantástico directo del "Rock & Ríos" que pinché hasta desgastar, fundir fusibles y reventar altavoces; "El rock de una noche de verano", concierto al que asistí la noche antes de mi examen de selectividad; el "Concierto anti-OTAN" en la Universidad Complutense de Madrid; o su aportación en televisión con espacios musicales entre los que destaca "¡Qué noche la de aquel año!", donde disfruté conociendo a un buen puñado de artistas que nos hablaban de su vida.
Esta recopilación de recuerdos contiene en sus capítulos muchas batallitas narradas por su protagonista, momentos donde sale su chispa más graciosa y nos deleita con sus torpes experiencias con la marihuana y otros tipos de drogas, su pasión por el equipo blanco e ilustres jugadores con los que jugaba pachangas en la antigua esquina del Bernabéu, o las conquistas más disparatadas a lo largo de su juventud.
Una lectura muy cercana, divertida y con un alto componente histórico, una cuidada edición que incluye fotografías destacadas desde su niñez hasta su retiro de los escenarios y un recorrido discográfico lleno de anécdotas que todo buen amante de la música agradece. Su pasión por la literatura, entre los que destaca a sus amigos Almudena Grandes, Manuel Vázquez Montalbán y José Saramago, es otro aliciente para dejarse perder por estas páginas, por estas cosas que siempre quiso contarnos.
"En esa última ciudad nos hospedamos en un hotel de Bourbon Street".
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Yo lo tengo en casa aprovechando que vino a presentarlo a la biblioteca. Me encantó el acto. El libro no lo he leído aún... Besos
ResponderEliminarDedícale un tiempo, lo puedes alternar con otras lecturas y ocupaciones, y merece la pena,
Eliminarbesucus