"Durante casi dos años serví con el capitán Alatriste en las galeras de Nápoles. Por eso hablaré ahora de escaramuzas, corsarios, abordajes, matanzas y saqueos. Así conocerán vuestras mercedes el modo en que el nombre de mi patria era respetado, temido y odiado también en los mares de Levante. Contaré que el diablo no tiene color, ni nación, ni bandera; y cómo, para crear el infierno en el mar o en la tierra, no eran menester más que un español y el filo de una espada. En eso, como en casi todo, mejor nos habría ido haciendo lo que otros, más atentos a la prosperidad que a la reputación, abriéndonos al mundo que habíamos descubierto y ensanchado, en vez de enrocarnos en las sotanas de los confesores reales, los privilegios de sangre, la poca afición al trabajo, la cruz y la espada, mientras se nos pudrían la inteligencia, la patria y el alma. Pero nadie nos permitió elegir. Al menos, para pasmo de la Historia, supimos cobrárselo caro al mundo, acuchillándolo hasta que no quedamos uno en pie. Dirán vuestras mercedes que ése es magro consuelo, y tienen razón. Pero nos limitábamos a hacer nuestro oficio sin entender de gobiernos, filosofías ni teologías. Pardiez. Éramos soldados".
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Siglo XVII. Reinado de Felipe IV. Siglo de Oro.
Habíamos dejado a nuestros amigos exhaustos tras defender al rey Felipe IV en un complot maquinado por la Santa Inquisición, y con no pocos enemigos en la Corte. Momento propicio para poner tierra de por medio y olvidarse por un tiempo de los peligros de las calles de Madrid y cambiarlos por otros más fructíferos para los intereses de ambos.
El de Alatriste para no vérselas con la justicia: de alguaciles, con los que siempre tenía alguna cuenta que saldar; y de mujeres, en especial de Caridad La Lebrijana que empezaba a atarle en corto y soñaba con retirarle. Para Íñigo de Balboa una oportunidad de sumar méritos y conseguir iniciar carrera en la Corte, y para demostrar al capitán que ya no es el niño que encontró al inicio de estas sus memorias.
Y el remedio a tan grandes males les llega de la mano del capitán Alonso de Contreras, con sus promesas de hacer fortuna y de servir al rey, se enrolan con el tercio de infantería española que estaba establecido en Nápoles, y desde aquí navegan por el mediterráneo en busca de tesoros unas veces y escaramuzas contra los turcos y los moros otras.
En una España tan amplia y diversa de culturas, era difícil distinguir a un cristiano de un converso, y mientras unos vivían en paz en un territorio, en el otro eran perseguidos; la limpieza de sangre continuaba y ésta se había extendido mucho más allá de donde las tierras se terminaban y sólo se veía mar.
Y los tesoros encontrados no sólo constaban de oro, también el tráfico de hombres, mujeres y niños, era negocio entre los tercios. Comerciar con esclavos era la moneda con la que cobrar los servicios prestados al rey, que en sus últimos años de reinado estaba más dedicado a la caza, "... a todo tipo de caza...", que a preservar los terrenos conquistados y que tanto sol dieron al Estado.
"Pero mientras los galeones de Indias lleguen puntuales con plata y rubio galán en sus bodegas, en España todo seguirá resumiéndose en traigan acá esa bota, fríanme retacillos de marranos, sorba yo, y ayunen los gusanos. Lo de siempre".
Un episodio muy histórico, narrado como siempre como si de una aventura más se tratase, y aunque en los capítulos dedicados al mar quizá se extienda demasiado recreándose en palos y trinquetes, y esto pueda aburrir al lector; es en los dedicados a Nápoles, Malta u Orán donde realmente me he dejado llevar para conocer el modo de vida de nuestros soldados en las plazas antiguamente conquistadas y en las que de nuevo Pérez-Reverte suelta todo el genio, tanto por la documentación con la que trabaja como por las perlas a las que acostumbra.
¡Ropa fuera! ¡Ahí asoman esos perros!
El de Alatriste para no vérselas con la justicia: de alguaciles, con los que siempre tenía alguna cuenta que saldar; y de mujeres, en especial de Caridad La Lebrijana que empezaba a atarle en corto y soñaba con retirarle. Para Íñigo de Balboa una oportunidad de sumar méritos y conseguir iniciar carrera en la Corte, y para demostrar al capitán que ya no es el niño que encontró al inicio de estas sus memorias.
Y el remedio a tan grandes males les llega de la mano del capitán Alonso de Contreras, con sus promesas de hacer fortuna y de servir al rey, se enrolan con el tercio de infantería española que estaba establecido en Nápoles, y desde aquí navegan por el mediterráneo en busca de tesoros unas veces y escaramuzas contra los turcos y los moros otras.
En una España tan amplia y diversa de culturas, era difícil distinguir a un cristiano de un converso, y mientras unos vivían en paz en un territorio, en el otro eran perseguidos; la limpieza de sangre continuaba y ésta se había extendido mucho más allá de donde las tierras se terminaban y sólo se veía mar.
Y los tesoros encontrados no sólo constaban de oro, también el tráfico de hombres, mujeres y niños, era negocio entre los tercios. Comerciar con esclavos era la moneda con la que cobrar los servicios prestados al rey, que en sus últimos años de reinado estaba más dedicado a la caza, "... a todo tipo de caza...", que a preservar los terrenos conquistados y que tanto sol dieron al Estado.
"Pero mientras los galeones de Indias lleguen puntuales con plata y rubio galán en sus bodegas, en España todo seguirá resumiéndose en traigan acá esa bota, fríanme retacillos de marranos, sorba yo, y ayunen los gusanos. Lo de siempre".
Un episodio muy histórico, narrado como siempre como si de una aventura más se tratase, y aunque en los capítulos dedicados al mar quizá se extienda demasiado recreándose en palos y trinquetes, y esto pueda aburrir al lector; es en los dedicados a Nápoles, Malta u Orán donde realmente me he dejado llevar para conocer el modo de vida de nuestros soldados en las plazas antiguamente conquistadas y en las que de nuevo Pérez-Reverte suelta todo el genio, tanto por la documentación con la que trabaja como por las perlas a las que acostumbra.
¡Ropa fuera! ¡Ahí asoman esos perros!
Pues sí, quitando esa parte en la que se recrea describiendo los barcos hasta aburrirte, otra novela entretenida de Alatriste.
ResponderEliminarBesotes!!!
Y es una pena, porque hubiera estado entre las mejores de Alatriste,
Eliminarbesucus
Creo que ya te he dicho que sólo he leído la primera parte de Alastriste. No se si algún día continuaré a pesar de que me pareció muy entretenida.
ResponderEliminarTiene de todo, pero con el reto seguro que puedes hacerte una idea de lo que te puedes encontrar en cada uno de los episodios,
Eliminarbesucus
Una ambientación diferente a la que nos tenía acostumbrados
ResponderEliminarEs uno de los puntos fuertes de esta novela, la ambientación y la parte histórica no estaba tocada en las anteriores entregas,
Eliminarsaludos
A mí no me llama nada la atención esta saga de Alatriste en particular, ni los libros de este autor en general. Besos.
ResponderEliminarLa saga es para aventureros del viejo e histórico Madrid, y el autor tiene para mi gusto algunas obras dignas de ser leídas y otras de las que mejor no hablar,
Eliminarbesucus
Me pongo con él en diciembre. Cada vez me gusta más Alatriste y este autor. Saca nuevo libro, ya sabes...
ResponderEliminarBesos,
Se te acumula la tarea, en diciembre ya estaré con la última entrega y, si puedo, con alguna sorpresa para rematar el reto; tengo pendiente "El tango de la guardia vieja" y estaré atento a las reseñas de la nueva publicación, pues en general Pérez-Reverte no me suele defraudar,
Eliminarbesucus
Repaso a los libros de Reverte.. Yo he leído bien poco del autor. Besos
ResponderEliminar¿Se nota que me gusta el autor? Anímate a descubrirle un poco más,
Eliminarbesucus
Sé que me vas a decir que tendría que incluir a Reverte entre mis lecturas y aunque no me llama mucho la atención quizá haga caso de tus recomendaciones y le de una oportunidad!
ResponderEliminarBesucos
Tiene varios de intriga que podrían gustarte, ya te aconsejaré alguno,
Eliminarbesucus
Me encanta cómo recrea la época. A ver si el año que viene retomo mis lecturas históricas, que este año está siendo muy negro literariamente hablando.
ResponderEliminarA mí es una de las cosas que más me gusta, la ambientación me parece fantástica y muy bien documentada por lo que he podido comprobar;
Eliminarbesucus y mucha lectura histórica de aquí en adelante