La novela comienza en Barcelona, cuando una joven bibliotecaria encuentra una carta cuyo contenido la desconcierta. Por ello decide investigar entre sus familiares más próximos, desde el tiempo presente hasta cuatro generaciones atrás, como un remover el tiempo “entre hoy y el ayer que sus parientes vivieron”, llegando al embalse de Belesar y la construcción del nuevo Portomarín, en Lugo.
En el proceso irán saliendo parte de los movimientos migratorios y las costumbres sociales del momento de cada etapa, narrada por la generación que lo ha vivido o algún descendiente directo.
Y siempre, con el fondo de intriga por la incógnita que dicha carta plantea, hasta descubrir quién era la destinataria de la misma, por qué tuvo que ocultarla, quién era el autor y cómo conllevaron el malestar que ello motivó.
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Cuando Lurdes descubre una carta, en el interior de uno de los baúles de su madre, se le amontonan las preguntas al no ser capaz de dar sentido a lo que en ella lee, e incluso cuestiona a quien no debe. Su amor por los secretos que esconden libros y manuscritos, por su profesión como bibliotecaria, le lleva a emprender una aventura en la que no es consciente ni de lo que puede remover ni tan siquiera de qué va a encontrase en el camino.
La novela arranca fuerte, apenas nos hemos acomodado y ya estamos haciendo las maletas, pues nada mejor que acompañar a la protagonista, Lurdes, en este viaje a la memoria en el que aprendemos, entre tras cosas, a disfrutar de la creación de un "libro de vida"; un ejercicio apasionante que si no habéis realizado alguna vez os animo a hacerlo, es gratificante.
En la comarca de El Bierzo, en la provincia de León, nos encontramos con Aurora, un personaje entrañable sin el que no sería posible dar forma a un árbol genealógico en el que además iremos añadiendo a quienes sin ser familia podrían considerarse como tal, hablo de vecinos, conocidos o cualquiera que aporta su granito de arena a la memoria colectiva. Unas conversaciones a las que he prestado mucha atención, un buen relato siempre lo merece, para no perderme nada de lo que la abuela de Lurdes es capaz de recordar y que me han llevado hasta un secreto familiar, condenado a perderse en el tiempo, que tuvo lugar varias generaciones atrás.
Para continuar descubriendo sus raíces nos ponemos rumbo a Lugo, allí nos introducirnos en la parte histórica de la novela y conocemos los usos y costumbres de la época tras la guerra civil española, con un episodio que marcó el futuro de muchos españoles y en especial de los personajes que nos vamos encontrando: los pantanos, una expropiación que tantas poblaciones dejó sumergidas o simplemente abandonadas en espera del agua que nunca llegó. Un relato en el que se hace patente el drama que sufrieron muchas familias al tener que hacer frente al desarraigo que se les impuso o el horizonte de oportunidades que otros supieron ver.
Julia Villares ha captado de nuevo mi atención recuperando recuerdos del olvido, al tiempo que me ha mantenido intrigado. Un viaje que todos deberíamos realizar.
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