Sinopsis
A finales del siglo III a.C., Roma se encontraba a punto de ser aniquilada por los ejércitos cartagineses al mando de uno de los mejores estrategas militares de todos los tiempos: Aníbal. Su alianza con Filipo V de Macedonia, que pretendía la aniquilación de Roma como Estado y el reparto del mundo conocido entre las potencias de Cartago y Macedonia, constituía una fuerza imparable que, de haber conseguido sus objetivos, habría cambiado para siempre la historia de Occidente. Pero el azar y la fortuna intervinieron para que las cosas fueran de otro modo. Pocos años antes del estallido del más cruento conflicto bélico que se hubiera vivido en el Imperio, nació un niño llamado a realizar grandes proezas: Publio Cornelio Escipión, hijo del cónsul de Roma durante el primer año de la guerra y de quien tomó, entre otras cosas, el nombre. El joven oficial iniciaría un camino extraño y difícil, sorteando obstáculos y opositores, y buscando alianzas imposibles. Sus hazañas le valieron el sobrenombre de Africanus, en alusión a uno de los territorios que conquistó, con enorme valor, en el campo de batalla. Pero la admiración y la gloria trajeron también la envidia.
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Cuando leí la novela gráfica del mismo título decidí que no debía dejar pasar más tiempo y meterme de lleno en su lectura, algo que ocurrió hace unos meses y que ahora, después de haberla reposado, voy a contaros; una excusa para volver a sus páginas y recordarla mientras saco las notas que dejé. Pero antes de iniciar esta trilogía, nada mejor que leer con detalle una breve introducción para situarse en los hechos que vamos a vivir desde finales del siglo III a.C.
Amílcar, junto a su hijo Aníbal, dirige su gran flota al otro lado de las columnas de Hércules, desde África a la costa de Hispania, a Gibraltar, al frente del ejército cartaginés; una vez allí y derrotados los íberos pretenden continuar su dominio hacia Roma y recuperar el Mediterráneo para Cartago. Un episodio que supone la última batalla de Amílcar y el ascenso, no sin detractores, de Aníbal.
Al otro lado Publio, hijo y sobrino de los senadores de Roma, Publio y Cneo Cornelio Escipion, a quien conoceremos más a fondo, desde su nacimiento, las aventuras junto a su hermano Lucio y su formación. Este último punto sirve al autor para darnos una lección de historia con la que nos dibuja por completo el mapa del mundo conocido, los distintos pueblos que la habitan y, lo más importante, el dominio del Imperio romano; así como otros relatos con los que tomar el pulso a las diferentes culturas y sociedades.
La novela tiene desde su inicio un componente bélico que se acrecienta en el momento en el que, debido al empuje de Aníbal, el padre de Publio tiene la necesidad de que su entrenamiento militar sea más intenso. A través del género nos introducimos de lleno en diferentes batallas desde ambos frentes al tiempo que aprendemos de las estrategias que adoptan, inevitable hablar de ellas.
Unas descripciones que nos ayudan a visionar de qué manera va cambiando el mapa cada vez que cada cual avanza y se hace fuerte en un punto: los cartagineses en la Galia y dando un rodeo por los Pirineos para entrar en la península itálica mientras que el Senado romano envía a las tropas de Escipión a Hispania dividiendo las legiones.
Lo bélico, que supone el centro de toda la trama, da paso a las conspiraciones, no podían faltar; al frente de ellas y desde Roma se encuentra Fabio Máximo quien no duda en enviar a otros senadores que pretender el poder a los destinos más complicados con el único propósito de que no vuelvan.
En este punto es cuando a mi modo de ver empieza a gestarse la leyenda de Publio Cornelio Escipión, al presentarse voluntario, dado que nadie quería el puesto, para acudir a Hispania a expulsar a los cartagineses de la península con la ayuda de los íberos, quienes también estaban divididos según sus necesidades. Además de otras contiendas, se disfruta con detenimiento, en el año 209 a.C., la batalla de Cartago Nova, la capital cartaginesa en Hispania (actual Cartagena), dentro del marco de la segunda guerra púnica entre Cartago (actual Túnez) y la República romana.
El ascenso de Publio, el hijo del cónsul que tendría que ganarse a los soldados a su cargo; el romance con Emilia Tercia; o la historia de Tito, un escritor de teatro que se ve forzado a reinventarse para cumplir su sueño después de haber desertado durante una batalla; son otros puntos donde la novela crece en intensidad.
Como lo es el origen del destierro de las legiones declaradas como malditas y que posteriormente necesitará Publio Escipión, el africano, para completar la segunda de las guerras púnicas; si Fabio Máximo se lo permite con las traiciones que está preparando.
Un cierre lleno de intriga que me predispone a completar la lectura de esta trilogía y seguir disfrutando de unos personajes que atrapan y unos textos que se devoran.
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