Sinopsis
Ei, la tercera hija del famoso pintor Hokusai, vive en el Japón del siglo XIX durante el último shogunato del clan Tokugawa: un país aislado de toda influencia extranjera y donde rige la moral tradicional y una férrea censura, que mantiene al pueblo ignorante y supersticioso.
Ei acompañará a su padre desde pequeña y crecerá rodeada de artistas, prostitutas, mercaderes, adivinos, cuentacuentos y artesanos que pululan por Yoshiwara, el distrito del placer de Edo -la actual Tokio-, en una época difícil para quienes tratan de burlar una justicia que los castiga por inmoralidad de forma arbitraria.
Con esta obra, Katherine Govier saca a la luz un personaje injustamente olvidado por la Historia: una novela exótica y emocionante, pero también un relato de amor, admiración y competitividad entre un padre y una hija.
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El tema central de esta novela es, además de darnos a conocer sus biografías, la relación entre un padre, el pintor Hokusai, y su hija Oei. Los primeros diálogos nos dan una idea de la complicidad que hay entre ellos cuando se nombran: mientras que a ella le dedica varios nombres, Ei o ¡Ey, tú!, o Chin-Chin o Ago-Ago (por su barbilla); él recibe de ella el de Viejo. Lo que nos da una idea de esa conexión que fluye de manera natural; una confianza mutua que, como he ido comprobando según avanzaba la lectura, era suficiente para superar todo aquello que intentaba obstaculizar el camino artístico de ambos: distintos episodios donde la pobreza, los caprichos de la naturaleza o los diferentes conflictos armados son protagonistas.
En palabras de su hija conocemos a un hombre que vivía al día, orgulloso de ser pobre, que huía de los bienes materiales y del dinero e imposible en su trato; características que a la larga le ayudaron a conseguir la fama que siempre buscó. Un maravilloso dibujante, observador y en constante aprendizaje que disfrutaba retratando los hechos cotidianos que veía a su alrededor, gente corriente o paisajes, y que no despreciaba ningún encargo que le hiciese salir de una economía ruinosa.
El Japón que aquí se nos muestra, principalmente el Tokyo (Edo) desde 1800, año en el que nace Oei, la narradora de esta novela, es el de un país de restricciones, censura y prohibiciones, además de un arraigo en su cultura y tradiciones que quieren ser cambiadas desde Europa: sorprende en este punto la dificultad que tenían los editores para publicar sus libros mientras que la prostitución estaba bien vista.
Así, nos adentraremos en el distrito del placer, una barriada donde los burdeles habían sido fuente de inspiración para Hokusai y ahora formaban parte del conocimiento para Oei de la mano de la yakko Shino, una aristócrata que ha de pagar su culpa por medio de la prostitución al haber sido condenada por su marido, conviviendo con el sexo; algo que de todas formas no desconoce al haber sido modelo para su padre junto a sus hermanas mayores.
Las mujeres son mostradas como el eslabón más débil de una cadena, amas de casa sin ningún o escaso derecho de la que muy pocas lograban separarse, tratadas como cortesanas son una buena parte de las muchas tradiciones que se puede aprender en estos textos
Por medio de los cuentacuentos se escenifican algunos sucesos, no siempre reales, que suponen un recurso literario para la autora quien, sirviéndose de este narrador, completa el relato de Oei haciéndonos llegar la evolución de algunos personajes al mismo tiempo que a ella para quien los mensajes suponen una información importante, mientras que para el resto de oyentes no deja de ser un relato más.
En las notas finales, tan interesantes como la novela, Katherine Govier nos habla de cómo ha planteado la supuesta autoría de algunos trabajos de Hokusai y la más que posible participación de su hija. Un debate abierto en el que participa por medio de años de investigación y la recreación de esta obra, desafiando lo que un historiador le dijo:
"¡no puedes utilizar la ficción para justificar un suceso histórico!".
Un relato de lectura rápida provocada por el interés de los asuntos que trata, que nos empuja a saber más acerca de costumbres y sucesos y que en varias ocasiones ha hecho que me detenga para volver a leer esa frase que por alguna razón me ha sorprendido. Una narración refrescante y llena de alicientes que ha resultado una elección perfecta para estos días calurosos del verano.
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