Sinopsis
Verano de 1852. En el profundo norte de Suecia, el pastor Lars Levi Laestadius y el joven Jussi, de origen sami, descubren en el bosque el rastro de una joven. Los peores presagios se cumplen cuando hallan su cuerpo sin vida poco después. El caso parece estar claro: el juez Brahe declara que su brutal muerte ha sido obra de un oso, pero Laestadius, experto botánico y con un gran ojo para los detalles, alberga serias dudas al respecto. Cuando una segunda joven es atacada, Laestadius y su ayudante emprenderán una atípica investigación que pondrá contra las cuerdas a toda la comunidad.
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Mediados del siglo XIX al norte de Suecia, en la frontera con Finlandia, una zona donde predominan los bosques frondosos. Un lugar ideal para que fluyan las viejas leyendas, arraiguen las supersticiones y los habitantes se encierren en sus casas, defiendan sus creencias religiosas y se dejen avasallar por unos pocos. Una población que se cree a pies juntillas cualquier cosa que provenga de alguien confiado en lo que dice. Ya tenemos el escenario donde se van a desarrollar los hechos y el coro de personajes secundarios perfilados para que actúen como títeres de la autoridad; ahora solo faltan los protagonistas y la trama.
Jussi es el narrador de la novela, quien nos hace llegar las enseñanzas de su maestro, el pastor Laestadius. Ambos llevan el peso de la acción y, a la postre, la investigación personal que emprenderán desde que tiene lugar el primer asesinato. Un crimen que el alguacil se empeñará en desmontar echando las culpas a un oso. No es, hasta un nuevo intento de asesinato, cuando comienza la caza de un chivo expiatorio que les permita a todos continuar con sus vidas.
Mientras que los que tienen que investigar cierran con demasiada rapidez las nuevas diligencias; el pastor Lars Levi Laestadius, a quien siempre llaman el primero para administrar la extremaunción, por delante del alguacil y su ayudante, aprovecha esta situación para revisar el cuerpo y, si es posible, el escenario y la ropa. La serie de procedimientos artesanales que nos muestra, los cuales no pueden competir con la tecnología, sin duda recordará al lector a aquellos métodos que destacaban por su simplicidad en las novelas del detective Sherlock Holmes: la atención a los pequeños detalles, su olfato, el conocimiento de las plantas y el poder de la deducción son un aliciente para dejarse llevar en cada nuevo hallazgo. Sorprende el uso de algunas técnicas novedosas para la época, como la impresión de huellas de zapatos o las dactilares, o la fascinación que supone el descubrimiento de la imagen captada a través de una cámara oscura.
Son varios los sospechosos con los que iremos alimentando la intriga; mientras despejamos nuestras dudas, asistimos a un giro sorprendente que nos encamina a un desenlace donde se reúnen las peores bajezas del ser humano. Nos queda por delante un juicio, donde las pruebas que han ido reuniendo, Jussi y el pastor, deberían servir para demostrar la inocencia de un acusado y apuntar directamente sobre el culpable; alguien a quien estamos deseando desenmascarar y que el autor ha sabido esconder con la complicidad de la incompetencia del alguacil.
La narración también nos acerca a las disputas entre los habitantes de la zona por el conflicto que viven por culpa de las diferentes religiones; minorías dispersas, entre las culturas que comparten con lapones y finlandeses. El pastor, seguidor y propulsor de un movimiento llamado el despertar, tendrá que luchar además con sus propios pensamientos y contra aquellos que están empeñados en destruir la fe.
Las frases cortas, en algunos párrafos de la novela, consiguen el efecto adecuado: una narrativa cuidada que te empuja a seguir leyendo para saborear cada una de las palabras. Un autor, con un estilo diferente, al que seguiré la pista.
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Jussi es el narrador de la novela, quien nos hace llegar las enseñanzas de su maestro, el pastor Laestadius. Ambos llevan el peso de la acción y, a la postre, la investigación personal que emprenderán desde que tiene lugar el primer asesinato. Un crimen que el alguacil se empeñará en desmontar echando las culpas a un oso. No es, hasta un nuevo intento de asesinato, cuando comienza la caza de un chivo expiatorio que les permita a todos continuar con sus vidas.
Mientras que los que tienen que investigar cierran con demasiada rapidez las nuevas diligencias; el pastor Lars Levi Laestadius, a quien siempre llaman el primero para administrar la extremaunción, por delante del alguacil y su ayudante, aprovecha esta situación para revisar el cuerpo y, si es posible, el escenario y la ropa. La serie de procedimientos artesanales que nos muestra, los cuales no pueden competir con la tecnología, sin duda recordará al lector a aquellos métodos que destacaban por su simplicidad en las novelas del detective Sherlock Holmes: la atención a los pequeños detalles, su olfato, el conocimiento de las plantas y el poder de la deducción son un aliciente para dejarse llevar en cada nuevo hallazgo. Sorprende el uso de algunas técnicas novedosas para la época, como la impresión de huellas de zapatos o las dactilares, o la fascinación que supone el descubrimiento de la imagen captada a través de una cámara oscura.
Son varios los sospechosos con los que iremos alimentando la intriga; mientras despejamos nuestras dudas, asistimos a un giro sorprendente que nos encamina a un desenlace donde se reúnen las peores bajezas del ser humano. Nos queda por delante un juicio, donde las pruebas que han ido reuniendo, Jussi y el pastor, deberían servir para demostrar la inocencia de un acusado y apuntar directamente sobre el culpable; alguien a quien estamos deseando desenmascarar y que el autor ha sabido esconder con la complicidad de la incompetencia del alguacil.
La narración también nos acerca a las disputas entre los habitantes de la zona por el conflicto que viven por culpa de las diferentes religiones; minorías dispersas, entre las culturas que comparten con lapones y finlandeses. El pastor, seguidor y propulsor de un movimiento llamado el despertar, tendrá que luchar además con sus propios pensamientos y contra aquellos que están empeñados en destruir la fe.
Las frases cortas, en algunos párrafos de la novela, consiguen el efecto adecuado: una narrativa cuidada que te empuja a seguir leyendo para saborear cada una de las palabras. Un autor, con un estilo diferente, al que seguiré la pista.
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No me importaría leerlo, creo que puede gustarme. Gracias por el descubrimiento porque no lo conocía. Besos.
ResponderEliminarNo conocía este libro. Tiene buena pinta. Si se cruza, me puedo animar.
ResponderEliminarBesotes!!!