domingo, 5 de mayo de 2019

Un día de cólera - Arturo Pérez-Reverte (2007)

Un día de cólera - Arturo Pérez-Reverte (2007)
Sinopsis

Este relato no es ficción ni libro de Historia. Tampoco tiene un protagonista concreto, pues fueron innumerables los hombres y mujeres envueltos en los sucesos del 2 de mayo de 1808 en Madrid. Héroes y cobardes, víctimas y verdugos, la Historia retuvo los nombres de buena parte de ellos: las relaciones de muertos y heridos, los informes militares, las memorias escritas por actores principales o secundarios de la tragedia, aportan datos rigurosos para el historiador y ponen límites a la imaginación del novelista. Cuantas personas y lugares aparecen aquí son auténticos, así como los sucesos narrados y muchas de las palabras que se pronuncian.

En Un día de cólera, Arturo Pérez-Reverte convierte en historia colectiva las pequeñas y oscuras historias particulares registradas en archivos y libros. Lo imaginado, por tanto, se reduce a la argamasa narrativa que une las piezas. Con las licencias mínimas que la palabra novela justifica, estas páginas pretenden devolver la vida a quienes durante doscientos años sólo han sido personajes anónimos en grabados y lienzos contemporáneos, o escueta relación de nombres en los documentos oficiales.

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Primeros días del mes de mayo, el cuerpo con ganas de jarana y la cabeza llena de preguntas tras las elecciones generales han sido motivos suficientes para centrarme en una segunda lectura que me hiciese rememorar algunos pasajes acaecidos en Madrid el 2 de Mayo de 1808 y que Pérez-Reverte supo rescatar y plasmar con ese buen hacer con el que se empeña en contarnos cualquiera de sus ocurrencias, tanto las reales como las de ficción. Y si esto fuese poco, lo enmascara todo para que no parezca ni una cosa ni la otra; al final uno tiene la duda, yo al menos, de si no se encontrará con un ensayo camuflado, con un anecdotario popular, crónica periodística, con un libro de cuentos y leyendas o, sencillamente, ante un libro educativo que lo engloba todo, desde el arte de hacer literatura al documento histórico recopilado gracias a las idas y venidas a los archivos militares y municipales.

"El mejor Pérez-Reverte en uno de los libros en que a buen seguro más disfrutó escribiendo. Se nota que las palabras brotan al mismo tiempo que toda su rabia contra los franceses, contra los políticos y contra un rey que no supo, no quiso o no pudo hacer las cosas de otra manera".

Recordaba, como algo grabado en mi memoria, la contribución desinteresada, anónima y heroica de miles de madrileños, y no madrileños, que salieron a las calles sabiendo que podría ser la última vez que las pisaran, que posiblemente no volverían a ver a su gente y sin llegar a plantearse demasiadas preguntas. El odio al francés, que había llegado con mentiras y que se comportaba como si España fuese de ellos, sin respeto y tratándonos peor que a los animales, fue suficiente para que la rabia se apoderara de gente tranquila y les transformara en el peor de los asesinos, en el más eficaz de los soldados.

Porque ahí es donde radica la gracia de esta revuelta, en que fueron los civiles quienes dijeron hasta aquí, en que fueron ellos y no los militares quienes decidieron poner freno a los franceses, porque fueron las gentes de a pie quienes empuñaron lo que tenían a mano y los que tuvieron que convencer a algunos militares que sí se podía y que además se debía. Y eso que, y en esto continuamos igual, nunca tuvimos claro la conveniencia de afrancesarnos o de defender a los borbones; posiblemente estemos pagando el error, pero eso también es marca España, no aprenderemos nunca.

Los múltiples personajes que se cuelan en estas páginas salen del anonimato, siendo algunos reconocidos por haberse rendido póstumo homenaje dando nombre a plazas y calles. Entre ellos destacan dos ilustres militares: los capitanes de Artillería del ejército Luis Daoiz y Torres, y Pedro Velarde, unidos a la Plaza del 2 de Mayo en Madrid por su defensa del Cuartel de Monteleón. La recreación de los diversos enfrentamientos por las calles de Fuencarral, San Bernardo o en los aledaños de la Puerta del Sol es uno de los puntos fuertes y más atractivos de la novela al volverse el relato muy visual, donde participamos en primera línea, formando parte del pueblo llano contra la arrogancia francesa y comprobando como voluntarios y militares se funden en lo que supone una llamada al compañerismo y a la igualdad. 

"Un relato apasionado de un Madrid enfurecido y guerrero, que se sublevó contra Napoleón, un Madrid que parece que no opina, pero cuando lo hace, cuidado".

Y Madrid, siempre Madrid; un paseo turístico a principios del siglo XIX cuando todavía era posible recorrer la ciudad a pie, calles impregnadas de historias que merece la pena no olvidar, rincones que ahora evocan otros recuerdos.
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2 comentarios :

  1. No me importaría si se cruza en mi camino leerla.
    Besotes!!!

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  2. No puedo con el autor, así que esta vez lo dejo pasar.
    Un beso ;)

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