En una espiral de intriga que no da tregua al lector, conoceremos desde las razones íntimas de unos personajes inolvidables hasta los altos intereses económicos que mueven las insospechadas piezas del juego. Una novela magistral que nos acerca al corazón de la gente corriente y nos muestra cómo el ansia de poder puede transformar a las personas en esta era que vivimos: el tiempo de las fieras.
Aunque llevaba tiempo con el ojo puesto en esta novela fue a raíz de una entrada de Víctor del Árbol en redes sociales en la que venía a decir que asistimos a una partida de dominó en la que cualquier ficha, por muy insignificante que parezca, puede ser determinante; un comentario que me resultó interesante a la vez que alimentó mis ganas de volver a encontrarme con una de sus tramas.
Y como para cualquier juego, son imprescindibles los jugadores, cada cual con su estrategia y sus razones para tomar decisiones, aunque a veces también porque no les queda otra ficha que colocar sobre el tapete o se la juegan sin más, a ver qué pasa.
El relato arranca con el intento de asesinato de Vesna en una carretera, un lugar escogido para alejarse del mundo y comenzar de nuevo como camarera de habitaciones en un hotel de Lanzarote, pero donde también pueden llegar los tentáculos del crimen organizado; un episodio que marca el hilo de esta trama a raíz de la investigación por atropello que le encargan al subinspector Soria.
Tras diferentes episodios que tienen los asesinatos como denominador común podemos comenzar a configurar una partida así como las relaciones entre quienes protagonizan sus movimientos; verdaderas fieras capaces de ser tan brutales como insistentes a la hora de acechar a otra pieza, asesinar porque sí e incluso redimirse, o despertando a otras que están deseosas de cumplir su propia venganza.
Entre medias he ido conociendo al grupo que encabeza Soria y los distintos caminos que tomaron a raíz de un asunto que les salpicó a todos cuando formaban equipo en Barcelona. Una subtrama que se va conectando con el presente, con nuevas fichas que aparecen sobre la mesa sin un orden aparente.
Los distintos puntos de atención que se van alternando en la lectura me han dado la sensación de vivir varias novelas negras que no tenían final, por lo que he tenido que esperar la ficha del siguiente jugador o a que le volviese a tocar el turno a determinada historia; episodios con los que me he ido atrapando a base de personajes de todo tipo y de situaciones que no han dejado de aumentar la intriga.
Hasta convertirlo todo en un thriller que llega a un desenlace donde se muestra, de forma natural, la ficha que cierra la partida.
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