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Basada en hechos tan reales como pueden ser los de la guerra civil española y unos personajes de ficción inspirados en los testimonios de quienes padecieron alguno de sus episodios, Arturo Pérez-Reverte recrea los diferentes escenarios de la Batalla del Ebro; combates feroces desde los dos frentes, el republicano y el mal llamado de los nacionales.
Y lo hace a través de unos personajes que representan diversas clases sociales, distintas profesiones, motivos e ideales para hacer la guerra, unos por desilusión, otros por defender una patria amenazada de muerte. Legionarios, requetés, falangistas, nazis, fascistas y moros regulares por un lado; republicanos, brigadistas ingleses y americanos, y altos cargos políticos llegados desde la Unión Soviética por el otro.
Y los más, porque los metieron en un camión sin mayor explicación.
Cabe destacar al soldado Ginés Gorguel, un carpintero de Albacete, y al cabo Selimán, juntos dan el toque cómico, rebajando la tensión con las ocurrencias y forma de hablar del moro quien cree que Franco es un santo. O como Tonet, un niño que juega a la guerra en el bando que le ha tocado; una de las muchas historias de supervivencia que iremos encontrando a lo largo del relato.
La mujer está representada por un grupo de operadoras de teléfonos de campaña que se juegan la vida colocando cable telefónico. Ellas nos acercan a otra realidad de la época: el miedo a perder lo que les ha costado tanto tiempo conseguir, un retroceso que no quieren ni imaginar.
La visión de tres corresponsales de guerra recuerdan al Pérez-Reverte reportero, columnista y cronista al que a unos agrada y a otros cabrea, siempre intentando poner los puntos sobre las íes, sin casarse con nadie y contando la historia como a él más le place, que para eso se ha ganado a pulso eso de ser escritor.
Una novela de personajes, que recuerda a "Un día de cólera", acompañada de una narrativa que empuja a seguir leyendo incluso en los momentos duros, esos en los que se te remueve el estómago y la cabeza no deja de preguntar por qué. Una visión diferente de la guerra civil, narrada muy al estilo Pérez-Reverte, que ha merecido la pena ser leída.
"Lo que más deseo del mundo es caminar sin que me disparen".
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