Sinopsis
Los Ángeles, 1984. Al detective privado Cheney Moore no le sobran los clientes, así que cuando Charlie Wilson llama a su puerta, no rechaza su encargo aunque le sobrarían motivos para hacerlo.
Wilson es el taxista de la cárcel de Oldstock, el hombre que se ocupa de recoger a los presos que son puestos en libertad. Cuando uno de sus «clientes» es asesinado el mismo día en que sale de la prisión, Wilson recurre a Moore con una extraña petición: ¿podrá ayudarlo a encontrar los tres millones de dólares que robó el muerto y que nunca aparecieron?
Así arranca esta monumental novela negra ambientada en Los Ángeles entre 1977 y 1984. Una trama poliédrica y llena de ritmo que combina un dominio del género que recuerda a Raymond Chandler con el universo de True Detective.
Tras cosechar el aplauso de la crítica y los lectores con sus libros anteriores -El informe Müller fue considerado el mejor thriller histórico del año por El Cultural y La Razón-, Antonio Manzanera se sumerge ahora en la esencia más pura del género negro.
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Antonio Manzanera ha logrado de nuevo que me pegue a sus páginas en busca no sólo de un asesino sino de una trama que se enreda y se agranda al mismo ritmo que aparecen los personajes en escena. Con su narrativa nada se puede dar por hecho y el culpable del principio o el inocente detective se pueden convertir en víctimas; por lo que se necesita estar muy atento y reconstruir la historia cuantas veces sea necesario.
Y así debe ser con una novela negra, y más si ésta tiene tintes de viejas películas americanas; aquellos grandes títulos en blanco y negro que nos atrapaban al televisor hasta el desenlace. Porque si algo tiene esta novela es el poder de que transformemos en imágenes cada uno de sus episodios.
Los tres capítulos de la novela narran tres tramas en espacios de tiempo descendentes, por lo que primero conoceremos la actuación del detective privado Cheney Moore que recibe el encargo de encontrar el botín del atraco a un banco ocurrido cinco años atrás; después viviremos el entorno carcelario de Los Ángeles en su prisión de Oldstock y para finalizar, y más alejados en el tiempo, asistiremos al que pudo ser el último crimen del asesino del acantilado y al robo.
Es curioso como los giros se producen en sentido inverso y lo que damos por hecho se va descomponiendo cuando profundizamos en la historia. Poner orden cronológico y situar a los personajes no es tarea fácil pero sí una entretenida y adictiva forma de mover nuestras neuronas hasta terminar el rompecabezas.
Dos protagonistas, Frank Madison, agente de la prisión relacionado con la mafia, y su protegido Ralph Sanders, convicto inculpado del robo al banco y excombatiente del Vietnam, son los ejes por los que discurre la acción de este caso, donde parece que lo menos importante es conocer la identidad del asesino en serie.
Descubrir quién es el personaje que está detrás del asesino del acantilado es un ejercicio completo donde se activan las trampas literarias que nos regala el autor con su narrativa. Una y otra vez nos acercamos a él y nos distanciamos a la misma velocidad poniendo en nuestro punto de mira a cualquiera que tuvo la oportunidad movido por una sed de venganza que parece no tener fin.
El último capítulo está también dedicado a la mafia italiana, terreno en el que el autor se defiende a la perfección, como ya nos demostró con "La suave superficie de la culata". Su conexión entre las instituciones penitenciarias, abogados, fiscales y policía nos deleita con ajustes de cuentas, corrupción, chantaje y todos los vicios del género.
Un trabajo acertado que pone de manifiesto la gran capacidad de Antonio Manzanera como guionista, por lo que no sería extraño ver adaptada al cine esta novela, al igual que lo podría hacer cualquiera de las que ha escrito.
Y así debe ser con una novela negra, y más si ésta tiene tintes de viejas películas americanas; aquellos grandes títulos en blanco y negro que nos atrapaban al televisor hasta el desenlace. Porque si algo tiene esta novela es el poder de que transformemos en imágenes cada uno de sus episodios.
Los tres capítulos de la novela narran tres tramas en espacios de tiempo descendentes, por lo que primero conoceremos la actuación del detective privado Cheney Moore que recibe el encargo de encontrar el botín del atraco a un banco ocurrido cinco años atrás; después viviremos el entorno carcelario de Los Ángeles en su prisión de Oldstock y para finalizar, y más alejados en el tiempo, asistiremos al que pudo ser el último crimen del asesino del acantilado y al robo.
Es curioso como los giros se producen en sentido inverso y lo que damos por hecho se va descomponiendo cuando profundizamos en la historia. Poner orden cronológico y situar a los personajes no es tarea fácil pero sí una entretenida y adictiva forma de mover nuestras neuronas hasta terminar el rompecabezas.
Dos protagonistas, Frank Madison, agente de la prisión relacionado con la mafia, y su protegido Ralph Sanders, convicto inculpado del robo al banco y excombatiente del Vietnam, son los ejes por los que discurre la acción de este caso, donde parece que lo menos importante es conocer la identidad del asesino en serie.
Descubrir quién es el personaje que está detrás del asesino del acantilado es un ejercicio completo donde se activan las trampas literarias que nos regala el autor con su narrativa. Una y otra vez nos acercamos a él y nos distanciamos a la misma velocidad poniendo en nuestro punto de mira a cualquiera que tuvo la oportunidad movido por una sed de venganza que parece no tener fin.
El último capítulo está también dedicado a la mafia italiana, terreno en el que el autor se defiende a la perfección, como ya nos demostró con "La suave superficie de la culata". Su conexión entre las instituciones penitenciarias, abogados, fiscales y policía nos deleita con ajustes de cuentas, corrupción, chantaje y todos los vicios del género.
Un trabajo acertado que pone de manifiesto la gran capacidad de Antonio Manzanera como guionista, por lo que no sería extraño ver adaptada al cine esta novela, al igual que lo podría hacer cualquiera de las que ha escrito.
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Retos
Pues tiene buena pinta. Pero entre tanto pendiente, no sé si le llegará su turno, sinceramente.
ResponderEliminarBesotes!!!
No tiene mala pinta. No me importaría leerla. Un beso ;)
ResponderEliminarJusto la he terminado ayer y he disfrutado mucho con su lectura, una gran novela
ResponderEliminarBesos