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miércoles, 21 de diciembre de 2016

Entrevista a Carlos Díaz Domínguez, autor de "La menorah de Petra"

Entrevista a Carlos Díaz Domínguez, autor de "La menorah de Petra"


Carlos Díaz Domínguez es uno de los escritores de los que siempre espero una nueva novela a sabiendas de que sus tramas van a conseguir que pierda la noción del tiempo y que viaje junto a sus personajes en aventuras muy dispares.

El trato que da a la documentación histórica y los espías que siempre nos regala captan toda mi atención.

Aprovechando su espíritu abierto me he atrevido a plantearle algunas cuestiones que seguro nos ayudarán a conocerle un poco mejor y a descubrir algunas claves de su nueva novela autopublicada "La menorah de Petra".


He leído que en un viaje a Jordania decidiste situar una trama en el escenario de Petra, ¿empezaste allí a construir la novela? 

No, la novela la diseñé en Madrid (aunque está escrita básicamente en Carboneras). Lo que hice allí fue curiosear todo lo que pude tanto en Petra como en otros enclaves de Jordania. Empecé a pensar en ambientar una novela un par de meses después de regresar de aquel viaje que tanto nos fascinó.


Me imagino que conocías de antemano parte de la documentación, ¿fue muy complicado recopilar y actualizar la información que necesitabas? 

Antes de crear, hay que documentarse, y mucho. La situación temporal de la trama, 1967, fue algo bastante rápido.  A partir de ahí, me puse a profundizar en la historia del lugar, en la Guerra de los Seis Días, en las costumbres árabes, en la creación del estado de Israel, en arqueología… Afortunadamente, hoy en día lo que sobra es información y lo que quizá falta es análisis de la misma, y esa fue una de las labores más gratas de todo el proceso.


Los personajes me ha parecido que estaban muy bien diseñados y trabajados; háblanos del proceso de creación.

Tenía claro que el protagonista principal tenía que ser una mujer, tenía que ser española y alguien que tuviera una razón para poder estar en Petra en 1967, y la de ser arqueóloga me pareció muy correcta. Ya tenía una. Después había que crear un equipo. Todo equipo tiene un director, ya tenía dos, en todo equipo internacional suele haber algún miembro del país donde se trabaja (con él hacían tres), y después creé a los dos últimos, los que más cosas tienen que esconder, la americana y el italiano. Los secundarios los fui creando o utilizando (en el caso de los personajes reales) según me lo pedía el propio guion, pero siempre sabiendo que los personajes principales eran los cinco miembros de la expedición financiada por la UNESCO.


Son varios los géneros que aparecen a lo largo de los capítulos y en todos te defiendes a la perfección, pero ¿con cuál de ellos te encuentras más a gusto? 

Creo que en todos. Me gusta la faceta histórica porque nos sirve a todos (escritor y lector) para aprender, me atrae la intriga y el suspense, porque nos permite quedarnos pegados al libro, me gustan los toques románticos, porque sin amor este mundo sería horroroso, me gusta el espionaje porque trata muchas facetas de la condición humana: lealtad, traición, amistad, inteligencia…


Me encanta como tratas el tema del espionaje en tus novelas: nazis en "Tres colores en Carinhall", el MI6 en "Lágrimas sobre Gibraltar", la KGB en "A las ocho en el Novelty",  o  el Mossad en "La menorah de Petra". ¿Sientes predilección por los espías?

Y te dejas a los servicios secretos cubanos en “Los ascensores dormidos de La Habana”. La figura del espía, oficio tan viejo como algún otro de todos conocido, es siempre muy enigmática y da mucho juego literario. De hecho, en “La menorah de Petra”, hay varios espías y, espero, perfectamente integrados en la trama general.


¿Lees muchas novelas de espionaje?, ¿algún escritor en particular?

No especialmente. Uno de los grandes problemas que tengo es que leo menos de lo que me gustaría de novela general porque la documentación me arrebata muchísimo tiempo, y ya sabemos las horas que tiene un día. Si me preguntas por un autor te diré uno solo: Graham Greene.


Soy de los que pienso que si conociésemos en profundidad alguno de los temas que abordas en la novela entenderíamos mejor el momento actual. En varios episodios dejas muchas reflexiones, preguntas con difícil respuesta; bajo tu punto de vista ¿es tan complicado el conflicto árabe-israelí o depende de quién cuente la historia?

Es complicadísimo tal y como se fue fraguando a lo largo del siglo XX. Los ingleses ofrecieron lo mismo tanto a israelíes como a árabes. A partir de ahí, la situación solo fue agravándose. Contrariamente a lo que se dice por algunos, yo no lo veo como un conflicto religioso, sino como una disputa territorial. De hecho, musulmanes y judíos han convivido en la zona, y en el resto del mundo, durante siglos y nunca ha habido problemas de coexistencia. Por tanto nos encontramos ante una cuestión de soberanía.


Viajar, leer, escribir..., ¿te sientes un privilegiado?

Me siento un privilegiado por tener la sensación de que el tiempo hay que aprovecharlo, que cada día que pasa es día que no volverá, y que tenemos que sacar el máximo zumo a este limón (como la vida, con sus momentos amargos) que nos han regalado. 


El periodo de la dictadura en España suele aparecer en tus tramas, ¿hay algún episodio olvidado sobre el que te gustaría escribir?

Me gusta la historia y dentro de ella la contemporánea. Y el siglo XX me parece un período fascinante. Durante aquellos 100 años, el régimen que más tiempo estuvo en el poder fue la dictadura franquista y es lógico que muchas historias se ambienten en ese espacio temporal. En concreto, en la novela que nos ocupa, no tocaremos nada más que tangencialmente la España de aquellos años. En la novela que más se habla de aquel tiempo es, sin lugar a dudas, “Lágrimas sobre Gibraltar”.


¿De cuál de tus novelas estás más satisfecho, te ha dado más alegrías?

Mi madre decía sobre el cariño a los hijos: “¡Qué dedo de la mano me cortaría que menos daño me hiciera!” Aquí pasa igual. Todas las novelas comenzaron con un folio en blanco y, a partir de ahí, surgieron situaciones y personajes que forman parte de mi vida. Cada novela tuvo su tiempo de escritura y cada novela tiene su historia particular porque, que no se nos olvide, un escritor tiene un cierto espíritu de artista fallero. Al momento de sacer un nuevo trabajo al mercado, ya debes estar pensando en la siguiente, como es el caso.


Inevitable preguntarte por tu siguiente proyecto.

Tengo proyecto y proyectos en la cabeza, y algo más que en la cabeza, pero no puedo anunciar nada porque no sé qué nos deparará el futuro. Ahí poco puedo adelantar.


Después de haber publicado con editoriales, ¿cómo ha sido la experiencia de publicar por tu cuenta y riesgo? 

Muy buena. El libro ha salido cuando he querido, con la portada que he querido, con el título elegido por mí, con el diseño interior que he creído más beneficioso para el lector (“La menorah de Petra” incluye en las primeras páginas un mapa de situación y un glosario que está gustando mucho a los lectores porque lo ven como un elemento de ayuda, con una editorial es posible que no hubiera salido así). Con la autopublicación me siento protagonista no solo de las letras que están en su interior, sino de todo el proceso, incluyendo la promoción, por supuesto.


Un rincón para perderte.

En la biografía digo que un cine o un teatro, pero hay más lugares: una pista de nieve en Huesca, una playa del Levante Almeriense, en el parque de El Retiro, bajo los soportes de la madrileña Plaza Mayor, sobre mi moto en una carretera secundaria cualquiera de nuestra geografía, en un restaurante de un pueblo pequeño y medio olvidado charlando con el camarero…


Gracias Carlos, me apunto tus sugerencias. "Nos encontraremos caminando por Bourbon Street".
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domingo, 23 de agosto de 2015

Tres colores en Carinhall - Carlos Díaz Domínguez (2011)

Tres colores en Carinhall - Carlos Díaz Domínguez (2011)
Sinopsis

Segunda Guerra Mundial. Goering, lugarteniente de Hitler, ha construido al norte de Berlín la mansión más fastuosa del Tercer Reich, Carinhall, donde exhibe los cuadros que ha robado a lo largo y ancho de Europa. Para gestionar el movimiento de pinturas reclama un restaurador del Museo del Prado. Pronto señalan a Luis Molero como la persona más indicada. Si acepta la oferta, él y Teresa, su bella mujer, conseguirán la libertad del padre de Luis, preso político.

Nicolette es una joven francesa, miembro de la Resistencia, que lucha en París contra la ocupación nazi. Sus jefes le encomiendan la misión más difícil: desplazarse a Alemania y hacerse con unos documentos que están en el interior de Carinhall.

Erika es una ambiciosa mujer alemana casada con un alto oficial nazi. Viven con su hijo en Carinhall y, desde allí, son testigos del desmoronamiento del Reich y el avance de las tropas aliadas. Cree que la única opción de salvación es huir, y deberá convencer a su marido de ello.

En esta apasionante novela el lector se sentirá atrapado por la historia, su desarrollo y, sobre todo, por los vínculos que se establecerán entre las tres protagonistas femeninas y las circunstancias que las llevarán al límite.

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A los graves acontecimientos que surgen en España con el final de la segunda república se le unen el no menos inquietante futuro que depara en Europa el ascenso de Hitler. Mirar a cualquier dirección del mapa europeo no da ninguna seguridad y el tiempo es un valor que se cotiza más cada instante que se vive alejado de cualquier conflicto. Ser neutral o implicarse es una decisión que no tiene vuelta atrás y de la que es difícil escapar.

Los protagonistas que dan color a este relato no viven ajenos a la historia y a la fuerza se convierten en parte de ella: eslabones de una cadena que parece no tener fin, y en la que cualquier movimiento o aportación puede contribuir a hacerla más fuerte o a romperla en mil pedazos. Una cadena donde se unen diferentes pensamientos e ideologías, culturas y diferencias sociales.

El argumento, que se centra en el expolio de obras de arte, reune el camino tomado por diferentes familias y cuyo epicentro se sitúa en Carinhall. A lo largo de sus páginas conoceremos a fondo a sus personajes y les desearemos distintas suertes; pues es inevitable, como en todas las historias, tomar partido por lo que creemos más justo y repudiar aquellas acciones que algunos permitieron desde la sombra.

Nicolette, que crece y desarrolla su actividad en una cédula comunista en Francia; Erika, que ambiciona el poder por encima de la familia y cumple sus sueños junto al Tercer Reich y Teresa, una cocinera que cambiará la intranquilidad de Madrid por un encierro voluntario, junto a su marido, en Alemania: son las encargadas de, a través del valor de la mujer, conseguir el próposito de una trama que se va enredando a ritmo de thriller, sin que el lector encuentre un segundo de respiro en cualquiera de los episodios que se van urdiendo.

Luis Molero, marido de Teresa, restaurador y buen conocedor de los lienzos del Museo del Prado, es uno de los hombres destacados de esta novela; su pasión por el arte, y el chantaje sufrido por estar su padre preso, le llevan a ser testigo directo del gran expolio que está cometiendo Goering en toda Europa.

Y por fin llegamos a Carinhall, una mansión construida por Goering en el norte de Berlín para dar cobijo a los robos que va efectuando su ejercito por toda Europa. Un lugar dedicado a su mujer y donde convergen las tres historias, las tres mujeres, los tres colores. Donde el ritmo se acelera y el desconcierto que produce el inminente fin de la guerra queda patente en el caos que transcurre a partir de ese momento.

La intriga creada por el autor contribuye a un mayor disfrute de esta aventura histórica, convirtiendo el periodo en un incansable lugar para descubrir episodios paralelos a la segunda guerra mundial. Sus descripciones y su labor documental atraen de principio a fin, y hacen que deseemos seguir su narración sin pestañear, acompañados de una calidad literaria a la que ya nos tiene acostumbrados en sus novelas más recientes.
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