Sinopsis
Octubre de 1962.
En una pequeña localidad de Nueva Inglaterra la sombra de un hombre se cierne sobre un niño que juega ensimismado con sus soldaditos. Cuando Jamie Morton levanta la vista ve una figura imponente. Se trata de Charles Jacobs, el nuevo pastor, con quien pronto establecerá un estrecho vínculo basado en su fascinación por los experimentos con electricidad.
En una pequeña localidad de Nueva Inglaterra la sombra de un hombre se cierne sobre un niño que juega ensimismado con sus soldaditos. Cuando Jamie Morton levanta la vista ve una figura imponente. Se trata de Charles Jacobs, el nuevo pastor, con quien pronto establecerá un estrecho vínculo basado en su fascinación por los experimentos con electricidad.
Varias décadas más tarde, Jamie ha caído en las drogas y vive una vida nómada tocando la guitarra para diferentes bandas por bares de todo el país. Entonces vuelve a cruzarse con Jacobs -dedicado ahora al espectáculo y a crear deslumbrantes «retratos de luz»-, y el reencuentro tendrá importantes consecuencias para ambos. Su vínculo se convertirá en un pacto más allá incluso del ideado por el Diablo, y Jamie descubrirá que «renacer» puede tener más de un significado.
-----
Creo hablar en nombre de la mayoría, por no decir, de todos los lectores, si digo que por un lado están los que han leído a Stephen King y por otro aquellos que en más de una ocasión nos hemos planteado seriamente darle una oportunidad más allá del cine; un modo de conocer al autor que difícilmente podemos evitar dada la larga lista de películas basadas en sus novelas. Salvo algún relato corto que cayó en mis manos hace varias décadas, nunca me había metido de lleno en una de sus novelas.
El estreno, o mejor dicho, reencuentro con el autor, me ha dejado con un sabor de boca que todavía me mantiene confundido, pues me incliné por este título en busca de un cambio en el tipo de géneros que más frecuento, histórica y novela negra, y no he encontrado nada más que algo de misterio, ciencia, trucos de magia y demasiada narrativa. Sí, pienso que una cosa es poner en antecedentes al lector y preparar un guion cinematográfico, y otra muy distinta llenar páginas de pasajes insustanciales que no aportan nada al conjunto de la trama, tan solo el entretenimiento. Es justo decir que durante ese camino he estado en tensión, esperando que apareciera uno de sus monstruos al pasar la página, algún personaje escondido que diera un vuelco a la situación y todo se pusiera patas arriba.
Mientras tanto, vemos pasar la vida adolescente de Jamie Morton, un joven guitarrista melódico camino de engrosar la lista de adictos a la heroína, la típica estampa familiar de los Estados Unidos y todas las vergüenzas del gran sueño americano. Su protagonismo tendrá que vérselas con el pastor Charles Jacobs, reverendo de la Iglesia Metodista que, tras la muerte de su mujer y de su hijo en un accidente de coche, se aparta de las creencias de Dios y del mundo, para reaparecer en escena años después y sorprender a propios y extraños con una serie de trucos basados en el uso de la electricidad. Un elemento que a buen seguro quedará espectacular en una gran pantalla donde se pueden apreciar los efectos especiales; pero en el relato me ha parecido que le faltaba algo de garra y de credibilidad.
El vínculo que crearon cuando Jamie era tan solo un niño se fortalece cuando Charles consigue apartarle de las drogas. A partir de ahí asistiremos a una serie de milagros, o trucos de magia, que tendrá sus consecuencias. Estos, lejos de ser espeluznantes, terroríficos o inquietantes cumplen su cometido: mantener al lector expectante y con ganas de llegar a un final que se antoja como la mayor de las catástrofes ante los efectos secundarios de las supuestas sanaciones efectuadas por medio de la electricidad, así como un final donde interpretar, en el sentido más amplio de la palabra, el título de la novela.
Como se puede apreciar, no puedo decir del todo que la novela me haya disgustado y, por supuesto, para mi parecer, no es ninguna obra de arte; mucho todavía por asimilar y la decisión de darle una nueva oportunidad al autor en el futuro.
El estreno, o mejor dicho, reencuentro con el autor, me ha dejado con un sabor de boca que todavía me mantiene confundido, pues me incliné por este título en busca de un cambio en el tipo de géneros que más frecuento, histórica y novela negra, y no he encontrado nada más que algo de misterio, ciencia, trucos de magia y demasiada narrativa. Sí, pienso que una cosa es poner en antecedentes al lector y preparar un guion cinematográfico, y otra muy distinta llenar páginas de pasajes insustanciales que no aportan nada al conjunto de la trama, tan solo el entretenimiento. Es justo decir que durante ese camino he estado en tensión, esperando que apareciera uno de sus monstruos al pasar la página, algún personaje escondido que diera un vuelco a la situación y todo se pusiera patas arriba.
Mientras tanto, vemos pasar la vida adolescente de Jamie Morton, un joven guitarrista melódico camino de engrosar la lista de adictos a la heroína, la típica estampa familiar de los Estados Unidos y todas las vergüenzas del gran sueño americano. Su protagonismo tendrá que vérselas con el pastor Charles Jacobs, reverendo de la Iglesia Metodista que, tras la muerte de su mujer y de su hijo en un accidente de coche, se aparta de las creencias de Dios y del mundo, para reaparecer en escena años después y sorprender a propios y extraños con una serie de trucos basados en el uso de la electricidad. Un elemento que a buen seguro quedará espectacular en una gran pantalla donde se pueden apreciar los efectos especiales; pero en el relato me ha parecido que le faltaba algo de garra y de credibilidad.
El vínculo que crearon cuando Jamie era tan solo un niño se fortalece cuando Charles consigue apartarle de las drogas. A partir de ahí asistiremos a una serie de milagros, o trucos de magia, que tendrá sus consecuencias. Estos, lejos de ser espeluznantes, terroríficos o inquietantes cumplen su cometido: mantener al lector expectante y con ganas de llegar a un final que se antoja como la mayor de las catástrofes ante los efectos secundarios de las supuestas sanaciones efectuadas por medio de la electricidad, así como un final donde interpretar, en el sentido más amplio de la palabra, el título de la novela.
Como se puede apreciar, no puedo decir del todo que la novela me haya disgustado y, por supuesto, para mi parecer, no es ninguna obra de arte; mucho todavía por asimilar y la decisión de darle una nueva oportunidad al autor en el futuro.
-----
Del autor no he visto ninguna película, solo he leído la trilogía de Mr. Mercedes, que me gustó mucho. Mi marido es muy fan suyo, en casa hay varios libros, pero no me he animado más. Este que reseñas lo empecé hace unos años, y lo abandoné, igual ahora le doy una segunda oportunidad. Muchos besos.
ResponderEliminar