Sinopsis
En 1967 Araceli Artigas es seleccionada para formar parte de un grupo de arqueólogos que, financiados por la UNESCO, van a realizar la excavación más importante efectuada hasta la fecha en la ciudad jordana de Petra.
A medida que transcurren los días, la convivencia en el grupo de los investigadores elegidos se irá tensando a la vez que iremos conociendo su pasado, sus auténticas personalidades y las verdaderas razones que los han llevado a viajar a Oriente Próximo.
Pero ni Araceli ni el resto de sus compañeros saben que sus vidas están a punto de sufrir un trascendental giro: la Guerra de los Seis Días, la contienda que más ha marcado el conflicto árabe-israelí, está a punto de estallar.
Buscaremos las respuestas en las arenas del desierto y en los intrincados callejones de Jerusalén, y las hallaremos en La menorah de Petra.
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Arqueología, la construcción arquitectónica que mejor representa la ciudad de Petra y la mención en el título de la menorah, nombre que recibe el candelabro hebreo de siete brazos, son suficientes ingredientes para sentirse atraído por esta novela.
Por la lectura de los relatos anteriores del autor sabía que su narrativa me iba a acompañar por todas sus páginas y que aprendería del documento histórico que aportase a la trama. Sólo me faltaba saber si en ésta también me encontraría con intriga y algo de espionaje; dos géneros que domina y que consiguen que el tiempo se detenga cuando me meto de lleno en una nueva aventura literaria; y como no podía ser de otra manera, ahí estaban esperándome.
Araceli Artigas es el personaje central que hace que nuestro interés por la arqueología crezca a medida que el relato avanza. A partir de una introducción para ponerla en escena y crearnos su perfil, he vivido con impaciencia el momento mágico de su llegada a Petra; decir, que las ganas de transportarme y realizar el mismo viaje que afrontan los personajes se lo debo al autor por la ambientación y las entusiastas descripciones que realiza. Antes he conocido a sus compañeros de viaje y me he ido haciendo una idea de aquellos que sin duda aportarían momentos de intriga con subtramas en las que se mezclan las intenciones religiosas con las políticas y las científicas.
Porque el escenario internacional deja de fondo la inminente Guerra de los Seis Días, conflicto árabe-israelí del que nunca tendré suficientes argumentos para satisfacer mis inquietudes históricas pero que gracias a Carlos he podido esclarecer algo más. El componente político es quizás uno de los personajes que se cuela en la novela aportando el punto de realidad frente al de ficción.
Hablar de Israel, el Vaticano, Estados Unidos o Inglaterra, es hacerlo de espionaje; y aunque el argumento nos invita a disfrutar de una expedición financiada por la UNESCO para descubrir la civilización jordana, pronto entraremos en una espiral de dobles pretensiones que vienen de la mano de espías encubiertos. Las distintas religiones, que antaño cohabitaban pacíficamente, están representadas por el grupo de excavadores que muestran abiertamente sus preferencias a la hora de dirigir las búsquedas y el enfoque religioso que darle a los hallazgos.
El estallido de la guerra pone a todos los miembros de la expedición en bandos diferentes debido al apoyo que dan a cada país de procedencia y es el punto en el que empiezan a surgir los giros de la novela convirtiéndola en un auténtico thriller. Las decisiones que van adoptando cada uno de ellos tienen sus consecuencias, así como sus destinos. Los personajes, bien dibujados, complementan la trama en torno a Araceli y en sus diferencias encontramos una labor de creación muy completa; se nota que el autor los ha trabajado a fondo y les ha dado a todos la personalidad justa para sentir simpatía con unos o atraparnos con sus misteriosos pasados con otros.
En definitiva, una novela que, aun teniendo un alto componente histórico y político, se deja leer como una aventura por los escenarios de Petra y Jerusalén, lugares que estoy seguro más de uno querríamos conocer.
Por la lectura de los relatos anteriores del autor sabía que su narrativa me iba a acompañar por todas sus páginas y que aprendería del documento histórico que aportase a la trama. Sólo me faltaba saber si en ésta también me encontraría con intriga y algo de espionaje; dos géneros que domina y que consiguen que el tiempo se detenga cuando me meto de lleno en una nueva aventura literaria; y como no podía ser de otra manera, ahí estaban esperándome.
Araceli Artigas es el personaje central que hace que nuestro interés por la arqueología crezca a medida que el relato avanza. A partir de una introducción para ponerla en escena y crearnos su perfil, he vivido con impaciencia el momento mágico de su llegada a Petra; decir, que las ganas de transportarme y realizar el mismo viaje que afrontan los personajes se lo debo al autor por la ambientación y las entusiastas descripciones que realiza. Antes he conocido a sus compañeros de viaje y me he ido haciendo una idea de aquellos que sin duda aportarían momentos de intriga con subtramas en las que se mezclan las intenciones religiosas con las políticas y las científicas.
Porque el escenario internacional deja de fondo la inminente Guerra de los Seis Días, conflicto árabe-israelí del que nunca tendré suficientes argumentos para satisfacer mis inquietudes históricas pero que gracias a Carlos he podido esclarecer algo más. El componente político es quizás uno de los personajes que se cuela en la novela aportando el punto de realidad frente al de ficción.
Hablar de Israel, el Vaticano, Estados Unidos o Inglaterra, es hacerlo de espionaje; y aunque el argumento nos invita a disfrutar de una expedición financiada por la UNESCO para descubrir la civilización jordana, pronto entraremos en una espiral de dobles pretensiones que vienen de la mano de espías encubiertos. Las distintas religiones, que antaño cohabitaban pacíficamente, están representadas por el grupo de excavadores que muestran abiertamente sus preferencias a la hora de dirigir las búsquedas y el enfoque religioso que darle a los hallazgos.
El estallido de la guerra pone a todos los miembros de la expedición en bandos diferentes debido al apoyo que dan a cada país de procedencia y es el punto en el que empiezan a surgir los giros de la novela convirtiéndola en un auténtico thriller. Las decisiones que van adoptando cada uno de ellos tienen sus consecuencias, así como sus destinos. Los personajes, bien dibujados, complementan la trama en torno a Araceli y en sus diferencias encontramos una labor de creación muy completa; se nota que el autor los ha trabajado a fondo y les ha dado a todos la personalidad justa para sentir simpatía con unos o atraparnos con sus misteriosos pasados con otros.
En definitiva, una novela que, aun teniendo un alto componente histórico y político, se deja leer como una aventura por los escenarios de Petra y Jerusalén, lugares que estoy seguro más de uno querríamos conocer.
Pese a que todas la reseñas están siendo muy positivas, no termina de llamarme.
ResponderEliminarUn beso ;)
A mi este no me llama a pesar de las buenas opiniones
ResponderEliminarBesos
Bonita reseña. Saludos.
ResponderEliminarNo leí todavía nada de Carlos Díaz Dominguez. Veo que esta novela suya está gustando mucho y la trama me atrae. Seguro que termino comprándola. Saludos.
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