Sinopsis
Corre el año 2004 en Muriga, un tranquilo pueblo del País Vasco con más secretos que habitantes. Han pasado cinco años desde el secuestro y asesinato de un joven político local, padre de familia, y la vida en Muriga casi ha vuelto a la normalidad. Sin embargo, tras los atentados de Atocha en Madrid, el pueblo se enfrenta a su propio pasado turbulento: todo el mundo sabe quién apretó el gatillo en aquella ocasión, pero ¿es el joven que está ahora entre rejas el único culpable?
Todo lo que vino después va desvelando capa tras capa de un crimen en el que han intervenido la historia, el amor y la traición. La narración de tres habitantes del pueblo –la hermosa viuda del concejal asesinado, el adolescente radical ahora encarcelado por el crimen y un anciano profesor americano que esconde su propio pasado traumático– explora las claves de lo que realmente sucedió. Y para ellos ha llegado por fin el momento de enfrentarse a lo que puedan averiguar de la verdad.
Inspirada en una historia real, Todo lo que vino después es una novela profunda y polifacética sobre una clase de violencia que puede surgir cuando menos se espera. Intenso, elegante y evocador, el debut literario de Urza refleja el mundo en que vivimos y marca la llegada de un nuevo y brillante escritor.
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A través de la narración de Joni, Mariana e Iker nos metemos de lleno en los acontecimientos del secuestro y asesinato de un concejal del País Vasco, la reconstrucción de aquellos días, del clima de tensión permanente en el que viven todos los ciudadanos y, las medidas que cada uno de ellos, sobre todo de los tres protagonistas, emprenden para intentar comprender o conciliar en lo posible el presente que les ha tocado vivir y el futuro que les espera.
Desde el principio se palpa en el ambiente ese color gris, casi negro, imposible de colorear. Es mucho el odio generado durante generaciones y pocas o inexistentes las soluciones que están dispuestos a aportar quienes deberían hacerlo. Ésta es una historia que se repite constantemente allí donde reinan los conflictos, un tira y afloja que a algunos les interesa que siga siendo de esta manera.
Aun siendo una historia de ficción es imposible no buscar comparaciones con hechos reales. La inclusión del debato sobre la autoría de los atentados de Atocha en Madrid nos sirve para entender mejor los sentimientos de parte de la población cuando se les acusa de haber sido los responsables. De nuevo, un odio cuyo germen está provocado por quienes después se echan las manos a la cabeza; ¿os suena?, la historia se repite constantemente y siempre son los mismos los que lanzan la primera piedra para luego esconder la mano.
La lectura no me ha resultado fácil, primero porque no sabía muy bien adonde me iba a llevar, después por el sabor amargo que me ha dejado, porque te obliga a posicionarte y los dos extremos de la cuerda tiran de ti con igual o escasa fuerza. Por el camino, una serie de relatos que nos hablan de sentimientos, de gentes y de ilusiones truncadas.
La historia de Iker es la que más me ha impactado al tratarse de un joven que se ha metido sin pretenderlo en un entramado que le radicaliza en la lucha por la independencia vasca y las acciones de kale borroka; acciones que le llevarán a la cárcel tras el asesinato del concejal. En su encierro es donde realmente es consciente de todo el proceso que le ha llevado hasta ahí y donde las respuestas del principio toman ahora otra dimensión.
Mariana y Joni tienen un relato paralelo y se preguntarán, como víctimas de este proceso, si no serán también culpables del crimen o habrán al menos contribuido al destino de todos los personajes de la novela. Sus historias personales también están llenas de dramatismo y de lugares oscuros dentro de la trama que tienen el mismo destino que el resto: entender, reflexionar y expiar sus culpas.
La aparición en escena de Robert, un profesor americano con ascendentes vascos, aporta a la narrativa algo de misterio. Con él empiezan a salir a la luz el engranaje que une todos los relatos, dando lugar a que percibamos a los protagonistas de otra manera. El cambio fortuito hace que nos preguntemos si todos los culpables del asesinato están detenidos o, como siempre, la cabeza más débil, en este caso la de Iker, es quien se lleva los honores de haber sido detenido.
Una novela con un ritmo parecido al txirimiri, tranquilo y constante pero que al final termina por empaparte.
Desde el principio se palpa en el ambiente ese color gris, casi negro, imposible de colorear. Es mucho el odio generado durante generaciones y pocas o inexistentes las soluciones que están dispuestos a aportar quienes deberían hacerlo. Ésta es una historia que se repite constantemente allí donde reinan los conflictos, un tira y afloja que a algunos les interesa que siga siendo de esta manera.
Aun siendo una historia de ficción es imposible no buscar comparaciones con hechos reales. La inclusión del debato sobre la autoría de los atentados de Atocha en Madrid nos sirve para entender mejor los sentimientos de parte de la población cuando se les acusa de haber sido los responsables. De nuevo, un odio cuyo germen está provocado por quienes después se echan las manos a la cabeza; ¿os suena?, la historia se repite constantemente y siempre son los mismos los que lanzan la primera piedra para luego esconder la mano.
La lectura no me ha resultado fácil, primero porque no sabía muy bien adonde me iba a llevar, después por el sabor amargo que me ha dejado, porque te obliga a posicionarte y los dos extremos de la cuerda tiran de ti con igual o escasa fuerza. Por el camino, una serie de relatos que nos hablan de sentimientos, de gentes y de ilusiones truncadas.
La historia de Iker es la que más me ha impactado al tratarse de un joven que se ha metido sin pretenderlo en un entramado que le radicaliza en la lucha por la independencia vasca y las acciones de kale borroka; acciones que le llevarán a la cárcel tras el asesinato del concejal. En su encierro es donde realmente es consciente de todo el proceso que le ha llevado hasta ahí y donde las respuestas del principio toman ahora otra dimensión.
Mariana y Joni tienen un relato paralelo y se preguntarán, como víctimas de este proceso, si no serán también culpables del crimen o habrán al menos contribuido al destino de todos los personajes de la novela. Sus historias personales también están llenas de dramatismo y de lugares oscuros dentro de la trama que tienen el mismo destino que el resto: entender, reflexionar y expiar sus culpas.
La aparición en escena de Robert, un profesor americano con ascendentes vascos, aporta a la narrativa algo de misterio. Con él empiezan a salir a la luz el engranaje que une todos los relatos, dando lugar a que percibamos a los protagonistas de otra manera. El cambio fortuito hace que nos preguntemos si todos los culpables del asesinato están detenidos o, como siempre, la cabeza más débil, en este caso la de Iker, es quien se lleva los honores de haber sido detenido.
Una novela con un ritmo parecido al txirimiri, tranquilo y constante pero que al final termina por empaparte.
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En su momento me llamaba pero fue quedando atrás. Aunque pinta muy bien de momento no creo que la lea.
ResponderEliminarUn beso ;)
No pinta mal pero no termina de llamarme la atención.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me gustó esta novela, la ambientación el perfil de los personajes, el problema es que después de haber leído Patria, se me quedó un poco floja. Sí, lo sé las comparaciones son odiosas, pero creo que si la hubiera leído antes, me habría dejado aún mejor sensación.
ResponderEliminarUn beso